miércoles, 26 de septiembre de 2012


SALUD Y ENFERMEDAD: PROBLEMAS CONCEPTUALES

A primera vista no parece difícil definir salud y enfermedad, pus son términos que usamos cotidianamente y tienen un fuerte sentido común. Por lo general, se le da una apreciación subjetiva de bienestar al término de salud. Por el contrario, asociamos la enfermedad con una sensación de malestar, en condiciones que nuestra experiencia habitual indica que no debería presentarse (mayormente se relaciona el origen del malestar con dolor, angustia o incapacidad funcional). Por sentido común, se busca atención médica cuando se genera esa sensación de malestar.

Sin embargo, en este tan superficial concepto de salud encontramos problemas para poder considerarlo como correcto. Estos serían, la temporalidad del fenómeno, la magnitud de la sensación de malestar, entre otros.

Para que podamos hablar de una alteración necesitamos disponer de un criterio de lo que es normal, sin embargo, no es cosa sencilla pues hay discusión entre qué es lo normal, lo patológico y su delimitación de cada uno de estos términos, los cuales dependen del contexto en que se trate.

Alteración manifiesta de la funcionalidad biológica o social del individuo.

Este criterio aparece como elemento clave en todas las definiciones de enfermedad. Sin embargo, como definimos “alteración manifiesta”, “funcionalidad biológica” o “funcionalidad social”. La funcionalidad en todo caso dependerá de ciertos valores que la sociedad imponga como necesarios, valores variantes que no van a ser iguales en diferentes sociedades ni en distintos momentos históricos. Este criterio integra un valor social que será muy variable, lo que no niega la existencia de la funcionalidad, sino que en otros tiempos o en otras sociedades, lo que aquí y ahora se considera estético era disfuncional, y algo que es disfuncional manifieste una cualidad positiva.

Capacidad para poder clasificar la enfermedad en una categoría nosológica determinada.

Diagnosticar la enfermedad implica poder agrupar las manifestaciones subjetivas y objetivas del padecimiento en un lugar específico de un sistema taxonómico. Actualmente, la lista más aceptada es la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS, la cual está sometida a revisiones periódicas para adecuarla a los avances científicos y a los nuevos criterios sobre las enfermedades. Sin embargo, la clasificación de enfermedades enfrenta dos problemas principales. Primero, para muchas personas que se sienten mal, ya sea física o psíquicamente, no es posible clasificar su padecimiento en una determinada categoría, o sea realizar un diagnóstico. Por lo general, el médico se limita a actuar sobre los síntomas presentados, por lo que si no puede clasificar a un paciente como enfermo, no lo considera como tal.

El otro problema es más complejo y trascendente. Cuando se hace una clasificación está implícita la idea de que existe una especie, así que debemos de empezar por definir la “especie”, o sea una entidad nosológica o enfermedad específica, en el sistema clasificatorio de enfermedades. Se requiere además de describirla, diferenciarla muy claramente de otras. Esto resulta problemático, pues la mayoría de las enfermedades no siguen el esquema simple de una causa-efecto, es decir, un esquema unicausal. Quizá sea más prudente buscar nuevas y diferentes formas de clasificar las enfermedades.

El énfasis en el conocimiento de la enfermedad puede producir distorsiones tanto en el saber como en la práctica médica, ya que podría llevar a considerar al ser humano como un simple portador necesario de la enfermedad.

UN RETORNO A LA SALUD.

Una definición que ha logrado alto grado de aceptación es la ofrecida por la OMS/UNICEF en la reunión de Alma-Ata (URSS) en 1978. Ahí dice que la salud es:

“… el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades; es un derecho fundamental, y el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social importantísimo en todo el mundo…”

Actualmente es una definición muy usada, sin embargo tiene limitaciones importantes para ser aplicada de forma científica. En primer lugar, no se da a la salud una categoría de fenómeno social e histórico; en segundo lugar, la cuantificación de la salud, expresada en términos, es difícil, lo que provoca que los trabajadores de la salud utilicen esta definición declarativamente, pero vuelvan a la anterior tan pronto se realice un esfuerzo cuantitativo, ya que la enfermedad, a pesar de los problemas indicados, es más fácilmente medible que el bienestar. Entonces, seguimos midiendo el daño, la incapacidad y la muerte.

No podemos establecer estados inamovibles o situaciones ahistóricas (es decir, que nieguen su realidad de procesos), puesto que el hombre es una ser dinámico, en cualquier dimensión que lo analicemos. Esto conlleva a considerar a la salud-enfermedad como un proceso dentro del cual se da una interacción continua de elementos contradictorios, cuya resultante es el ser humano concreto, real, histórico.

No existen estados absolutos de salud o enfermedad sino procesos dinámicos, complejos, en los cuales los factores biológicos de daño y recuperación quedan insertados en la vida social, que es donde se comprende, determina y actúa sobre el proceso, de acuerdo con las leyes propias de todo fenómeno social. Sin embargo, todo parece indicar que la sociedad identifica como causas fundamentales de enfermedad aquellas que tienen menor relación posible con la estructura social.

lunes, 17 de septiembre de 2012


PARADIGMAS DE SALUD
La VERDAD nos libera de las consecuencias de la ignorancia.                                                                                                                             La ignorancia es igual al miedo. El miedo nos lleva a la muerte.

¿Qué es un paradigma?
El paradigma se define desde la epistemología, la ciencia del conocimiento, como aquel gran conjunto de creencias que permiten ver y comprender la realidad de determinada manera. Dichas creencias incluyen también ciertas preconcepciones y creencias filosóficas, que en un determinado momento comparte la comunidad científica. Como es posible intuir, los paradigmas se encuentran en constante cambio, cambios que guarda relación con los avances y descubrimientos científicos que abren nuevas perspectivas y horizontes.
En términos sencillos, un paradigma es el conjunto de cosas que asumimos y creemos, lo que sirve como base o filtro para nuestra percepción e interpretación de la realidad; por ejemplo si nos mostraran rápidamente un set de una baraja de cartas, pasando rápidamente una a una, pero aquellas que sean de "corazones" con estos en color negro en vez del tradicional y acostumbrado rojo, veremos los corazones de color rojo, ya que es lo que "esperamos" de la realidad de un set de cartas - los colores, figuras y números forman en este caso parte de nuestro paradigma para lo que son las cartas en una baraja. Todos llevamos puestos unos lentes invisibles que nos hacen ver la realidad de acuerdo a un conjunto de convenciones y expectativas sobre lo que las cosas son y deberían ser, lo que en otras palabras constituye un paradigma.

¿Cómo nace un paradigma?
¿Por qué estamos haciendo las cosas de una manera si tal vez podemos hacerlas de otra? Estamos acostumbrados a las formas ya establecidas en la sociedad para vivir en este mundo de consumismo. No nos interesa saber el por qué las cosas se hacen de cierta manera, simplemente nos quedamos con un “Así se han hecho las cosas desde siempre”. Nos quedamos con la experiencia y el conocimiento de nuestros antecesores sin preocuparnos por formar nuestro propio criterio del por qué de las cosas o siquiera tratar de entenderlas.


GEOMETRÍA FRACTAL Y LA MEDICINA

La Naturaleza no es exacta, la naturaleza tiene una geometría irregular, sin embargo, sigue una ley de semejanza, de crecimiento desde una semilla material, debido a la vibración de su entorno se va replicando como los armónicos de la música y forma unas estructuras que se llaman fractales, cualquier parte contiene la totalidad. Es similar a un holograma que cada parte contiene el todo.

Un fractal es un ente geométrico el cual en su desarrollo espacial se va reproduciendo a sí mismo cada vez a una escala menor. Una característica esencial de los fractales consiste en que si observamos digamos, con una lupa, una parte cualquiera del mismo, ésta reproduce a escala menor la figura total del fractal.

La belleza de la naturaleza tiene una progresión evolutiva donde  va aumentando la energía al continuar el mismo patrón con el cual comenzó a existir. La similitud en las matemáticas, el crecimiento en la repetición del patrón de la primera semilla. El descubrimiento de la auto-similitud de la naturaleza real, como la materia refleja lo mismo que la música, describe los armónicos que surgen desde una frecuencia de sonido fundamental.

La geometría fractal coincide con cómo surge y continúa la creatividad de la Tierra y su majestuosa naturaleza. Esto demuestra que ésta forma de ver la vida nos ha ayudado a avanzar en todo en la vida, desde la tecnología a la medicina.

Un ingeniero usa fractales de distintas maneras, en distintos contextos. Sin embargo, la Naturaleza es mucho más sabia que los seres humanos por lo que los emplea de manera más inteligente. Ocurre frecuentemente en la biología, mediante transformaciones debidas al proceso de Selección Natural.

Podemos mencionar como un claro ejemplo de la aplicación de la Geometría fractal en la medicina, los ritmos del corazón. Se relacionaron los ritmos cardíacos con la arquitectura fractal de una montaña y se descubrió que los latidos de un corazón sano tienen un patrón fractal característico. Este descubrimiento quizás algún día pueda ayudar en el estudio de la cardiología.

Otro uso que se le ha dado a los fractales ha sido su empleo en el estudio de los ojos, tratando de descubrir lo que hace el ojo para absorber tanta información visual. Lo que se obtuvo fue la trayectoria de hacia dónde ha estado mirando el ojo, obteniendo con ello un patrón que ampliándolo nos permite ver la dimensión fractal. De manera similar, ocurre con muchos otros procesos inconscientes como el movimiento corporal al momento de mantener el equilibrio. Cada  vez más procesos fisiológicos han demostrado ser fractales.

La geometría fractal tiene el potencial para crear nuevos conocimientos, a pesar de no haber proporcionado recientes conocimientos en teorías matemáticas, los científicos han estado utilizando la geometría fractal como una herramienta práctica para desarrollar nuevos conocimientos en la medicina, a través de nuevos modelos matemáticos obteniendo con ello nuevas formas de detectar cánceres más prematuramente. Se pueden detectar desde tumores muy pequeños a través de la tecnología óptica, a pesar de que una señal temprana de cáncer es difícil de ver.

Si posees una forma matemática para analizar una estructura, puedes crear un modelo. Lo que hacen los fractales es que te proporcionan unas pautas simples mediante los cuales puedes crear modelos, y si cambiamos algunos de los parámetros del modelo podemos cambiar la apariencia de la estructura.

Lo que es una realidad, es que en la clínica se tienen que obtener mejores imágenes gráficas cada vez más precisas, más microscópicas en la resolución para descubrir la información acerca de la estructura que tiene el organismo estudiado. Aquí es donde radica la importancia de la Geometría fractal, pues proporciona información microscópica sin tener la necesidad de mirar a través del microscopio. Ese enfoque fractal permite distinguir de manera menos invasiva una lesión maligna de una benigna, pudiendo así lograr nuevos avances científicos y médicos.

LA COMPLEJIDAD EN LA CIENCIA

Ciertos fenómenos en la naturaleza emergen únicamente cuando los elementos constituyentes están conectados formando sistemas más complejos, poseyendo además propiedades que los propios elementos carecen. Existen nuevas tendencias  en la ciencia moderna que han tomado el reto de examinar estas propiedades con una aproximación más allá de la reduccionista. Esto es lo que se llama ciencia y tecnología de la complejidad.
AUTOR | Miguel A.F. Sanjuán                                                                                                                                               (Catedrático de Física Aplicada, Grupo de Dinámica No Lineal y Teoría del Caos, Universidad Rey Juan Carlos)
Ciertamente una cosa es la complejidad de la ciencia y otra diferente es la complejidad en la ciencia. Además la complejidad en la ciencia nos lleva de modo natural a lo que se conoce como la ciencia de la complejidad. El 23 de enero de 2000 el célebre físico inglés Stephen Hawking, famoso por sus teorías sobre los agujeros negros, en una entrevista que concedió al periódico norteamericano San Jose Mercury News dijo: "Creo que el próximo siglo será el siglo de la complejidad".

Hace más de un veintena de años comencé a escuchar hablar de la complejidad. Se suponía que las cosas que estudiábamos entonces, a pesar de resultarnos difíciles, eran por sí mismas sencillas. Y el reto parecía ser el estudio de los sistemas complejos, cuyo estudio además se escapaba del marco de la ciencia conocida. De modo que adentrarse en el mundo de los sistemas complejos era algo así como entrar más allá de la frontera donde comienza lo desconocido. Hoy en día se oye hablar de complejidad tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales, y por ende en la ingeniería y en las tecnologías de la información. De tal modo que incluso se escucha hablar de la ciencia e ingeniería de la complejidad. En cualquier caso sigue siendo un problema definir lo que es complejidad, y encontrar una definición  que sea del gusto de todos resulta arduo.

En las ciencias básicas se ha desarrollado un concepto de complejidad asociado a la física. Algunos de los ingredientes básicos de los que podríamos hablar son la dinámica no lineal y la teoría del  caos determinista, la geometría fractal, la dinámica estocástica, las series temporales no lineales, las redes complejas y los fenómenos colectivos. Se asume que la ciencia de la complejidad tiene mucho que ver con las conexiones y las múltiples interacciones entre las diferentes disciplinas científicas de forma que su desarrollo podría permitir conocer  espacios nuevos y aplicaciones nuevas en un futuro próximo.

El mundo en que vivimos es muy complejo y constituye un enorme reto comprender la naturaleza fundamental de sus complejidades. La ciencia moderna ha alcanzado hasta el momento cotas de éxito notables a la hora de explicar el mundo mediante la técnica del reduccionismo, es decir, en primer lugar descomponiéndolo en sus elementos constituyentes y a continuación analizando sus propiedades y finalmente reconstruyendo el sistema completo mediante la superposición de sus elementos. Esta metodología se basa en la creencia de la ciencia moderna de que la naturaleza se gobierna por reglas sencillas, de tal modo que el conocimiento y posterior comprensión de estas reglas constituirían precisamente la finalidad de la ciencia. Además este enfoque reduccionista lleva consigo una profunda relación con la teoría lineal, que asimismo constituye otro de los pilares en los que se apoya la ciencia e ingeniería de hoy día. Y esto ocurre así debido a que en la teoría lineal se cumple el principio de superposición, que viene a significar en pocas palabras que la suma de las soluciones de un problema es también una solución. Sin embargo existen fenómenos que emergen solo cuando los elementos están conectados formando sistemas más complejos y que poseen propiedades que los propios elementos carecen. Nuevas tendencias en la ciencia moderna han tomado el reto de examinar estas propiedades yendo más allá de la aproximación reduccionista. Esto es lo  que se llama ciencia y tecnología de la complejidad.

La naturaleza está llena de formas geométricas complejas. Existe una característica común en tales formas complejas, que es la autosemejanza. Esta es la propiedad que consiste en que cuando una parte de esta forma se aumenta aparece el mismo tipo de estructura. Esta propiedad fue descubierta por Benoit Mandelbrot y es una propiedad universal que poseen muchas formas geométricas complejas y que denominó "fractal". Por otro lado, existen numerosos patrones dinámicos en la naturaleza. Estos patrones se describen mediante ecuaciones de evolución no lineales y James Yorke encontró el mecanismo universal que subyace a estos fenómenos no lineales. Lo llamó "caos", y a lo largo de décadas ha intentado descubrir y enunciar sus propiedades matemáticas. Ambos investigadores encontraron que los fractales y el caos son estructuras universales que se encuentran en los sistemas complejos.

La ciencia de la complejidad es una disciplina que suministra nuevas perspectivas y conocimientos en como los seres vivos se autoorganizan, evolucionan y se adaptan como resultado de procesos de cooperación e interacciones mutuas entre los elementos que los constituyen. Representa un reto y una revolución intelectual que está transformando nuestra comprensión de la vida biológica, sus estructuras y funciones.

Existen numerosas iniciativas de agencias científicas en los Estados Unidos de América que están orientadas a desarrollar esta dirección de la ciencia, y que pretenden enfatizar el carácter interdisciplinario y ampliar horizontes de gran escala como paradigma de la vanguardia del futuro de la ciencia.

Actualmente nos enfrentamos a realidades más complejas y en las que existen una gran variedad de fenómenos complejos no lineales en sistemas tanto naturales como artificiales, y que se pueden reducir a reglas sencillas. Además, y fruto de la aparición y emergencia de nuevos conceptos no lineales como el caos y los fractales, está llegando a ser obvio que una aproximación lineal no resulta de utilidad en la descripción de algunos sistemas dinámicos complejos. Por otro lado varios elementos no lineales interaccionan fuertemente unos con otros generándose patrones, los cuales aparecen en la descripción de numerosos fenómenos del mundo real, de tal modo que el estudio de tales sistemas complejos tiene un significado substancial en ciencia e ingeniería. De hecho se tiene la creencia de que la comprensión de muchos de los sistemas complejos presentes en el mundo real puede dar lugar a crear ciencia nueva y conocimientos aplicados a la ingeniería del siglo XXI, superando algunas confrontaciones antiguas como la teoría determinista frente a la probabilística, la necesidad frente a la coincidencia, el todo frente a las partes, la universalidad y la diversidad o lo subjetivo frente a lo objetivo.

Hasta el presente se han atacado problemas esenciales e importantes usando dos enfoques básicos. Por un lado podríamos hablar del enfoque experimental-observacional de los sistemas complejos del mundo real, entre los que cabría mencionar el cerebro, la tierra y los planetas, el genoma, los fluidos y los plasmas. Por otro lado podemos hablar del enfoque téorico-computacional, en los que se usaría una modelización no lineal, caos determinista, computación de altas prestaciones, control de sistemas, minería de datos y diversas técnicas de computación y visualización científica.

A través de la mutua interacción entre los dos métodos y los correspondientes análisis se trata de afrontar los retos de la ciencia e ingeniería de la complejidad desde un punto de vista interdisciplinar.
http://www.escet.urjc.es/~fisica/investigacion/publications/Papers/2004/La_Complejidad_en_la_Ciencia.pdf
HACIA UNA EPISTEMOLOGÍA MÉDICA CRÍTICA:   

"Del hábito, que sin arte, sin argumento, nos hace creer en las cosas..."  Blas Pascal.
El ejercicio de una disciplina se estructura como un conjunto de saberes organizados que dan sustento a una práctica, a una serie de representaciones, a la construcción de un objeto de estudio, en fin, a un campo científico específico. La cotidianeidad en el desempeño de una función a menudo omite la reflexión crítica sobre el hacer y desdibuja el sustrato de supuestos implícitos que la orientan. Este cuerpo de conocimientos aplicados rutinaria y automáticamente cristalizan en una falsa visión naturalizadora de sus fundamentos lo que impide el reconocimiento de la influencia que determinadas creencias, teorías y axiomas imponen a nuestras percepciones, hipótesis e interpretaciones de los fenómenos sobre los que actuamos. Este conjunto algo heterogéneo pero articulado de supuestos aceptados sin discusión, este suelo sobre el que se sostienen los discursos disciplinares constituye, de acuerdo a Pierre Bourdieu, el campo de la doxa académica:  

“Adhesión pre-reflexiva a los presupuestos tácitos del campo que es la verdadera censura, la más radical, la más invisible, la que todos admiten, la que está fuera de discusión, lo natural”

Este particular modo de racionalidad que parecería más propio de las culturas no académicas se encuentra sin embargo instalado en la dinámica del campo disciplinar:

“Nada hay más dogmático paradójicamente que una doxa, conjunto de creencias fundamentales que ni siquiera necesitan afirmarse en forma de dogma explícito y conciente de sí mismo.” (Pierre Bourdieu).

La transformación de una perspectiva espistemológica dada en única y omnipotente mirada capaz de producir descripciones verdaderas de una realidad exterior e independiente de las condiciones de la observación genera inevitablemente una ceguera cognitiva, una inaceptable subordinación discursiva respecto de otras disciplinas y una infranqueable barrera para el diálogo.  

Los modelos explicativos y los procesos de verificación empírica imponen necesariamente una selección de los fenómenos analizables capaces de adecuarse como objetos de estudio a sus herramientas analíticas. La clausura metodológica en el interior de su propio dispositivo alienta la reducción de la realidad al segmento de aquella que se adapte a sus procedimientos canónicos condenando a adquirir el estatuto de conocimiento profano o precientífico a todo lo que queda fuera de sus estrechos dominios.
La lógica específica de ciertos campos implica una independencia respecto de otros dominios del saber determinando algún grado de incomunicabilidad entre ellos. La disposición endogámica intradisciplinar produce no pocas veces una ignorancia absoluta de lo que sucede extramuros y, lo que es peor aún, el desconocimiento de dicha ignorancia y de las condiciones histórico sociales que las hicieron posible.

La autonomía respecto de su propio espacio, de las leyes que les son propias es percibida como una amenaza o sublimada como una excéntrica trivialidad. Bajo la ficción de una aproximación totalizante y autosuficiente a lo real las disciplinas se encierran peligrosamente y obturan la posibilidad del enriquecimiento mutuo en el intercambio transdisciplinario. La Medicina se ha ido configurando históricamente sobre la base de cierta epistemología, metodología científica, representaciones del cuerpo biológico como su objeto específico de estudio y sobre el imaginario instituyente que los sujetos han elaborado en el seno de una determinada cultura sobre este.

Su visión del tema de la salud y la enfermedad se encuentra por lo tanto inexorablemente anclada en esta constelación de elementos que conforman su soporte cognitivo y el fundamento último de su práctica. Los significados así construidos dan coherencia a la observación y dotan de sentido a las prácticas profesionales. La autonomización de la tecnociencia respecto de sus propios fines, de las dimensiones éticas de su ejercicio la convierten en una amenazadora perspectiva.

A través de este breve repaso sobre algunos de sus fundamentos epistemológicos se hace presente un cierto tipo hegemónico de modelo médico que modula la práctica y se instituye como paradigma de generación en generación. Esta particular modalidad profesional es recibida y naturalizada de manera acrítica por los propios médicos desde los estadios más incipientes de su formación bajo la forma de un currículum oculto sostenido en el hacer cotidiano, transmitido como modelo estereotipado de comportamiento.Esta lógica particular casi nunca se plantea ni se impone de manera explícita, su inculcación ocurre de modo imperceptible, gradual, progresivamente generando una habitus que se incorpora de manera inadvertida.

Esta construcción simbólica no se ejerce sobre la iluminación de la conciencia sino que se encuentra inscripta profundamente, al amparo de la oscuridad de los esquemas prácticos, las categorizaciones, las relaciones de dominación y colonialidad de los saberes (E. Lander) que resultan inaccesibles a la autoconciencia reflexiva y a los dominios de la voluntad.

Pero tal situación tiene sus raíces mucho antes de este momento formativo ya que se encuentra diseminada en la sociedad mediante un  conjunto de representaciones que sobre el particular comparte el imaginario de la comunidad. Situados en esta realidad históricamente constituida y culturalmente determinada ciertas modalidades de la práctica resultan perfectamente coherentes y las concepciones más elementales sobre las que se basan aparecen como “evidentes” y “naturales”.

En el interior del dispositivo epistémico consolidado determinado modelo de ejercicio es perfectamente funcional y sus instrumentos y modalidades de acercamiento al fenómeno de la salud enfermedad no admiten cuestionamientos. Deberá admitirse entonces que el estatuto de “evidencia” de un conocimiento resulte tan contundente mientras no sean objeto de discusión sus propias metodologías de producción, (por cierto nada evidentes en el campo médico).

La idea misma de “evidencia” da cuenta de un posicionamiento epistemológico básico sin cuyo replanteo crítico queda obturada toda posibilidad de discusión. Así queda al descubierto la imposibilidad cognitiva de visualizar los aportes provenientes de otras disciplinas con paradigmas analíticos diversos para todo aquel que haya asumido como incontrastables las conclusiones obtenidas a través de determinados procedimientos de verificación puramente estadísticos sobre los que no tiene posibilidad alguna de ejercer la crítica.

Esta extensa zona de invisibilidad epistemológica recorta el campo de lo real y condena toda mirada foránea a la indecibilidad, la incomprensión, la trivialización, o a una radical sordera conceptual. Son estas herramientas metodológicas las que deberán convertirse en objeto de conocimiento con la intención de interrogar sistemáticamente el universo de relaciones que las fundamentan. El estatuto epistemológico debe tornarse “observable” rescatándolo de la sincronización artificial que lo muestra como transhistórico y despojado de subjetividades.

Es la construcción de su objeto de estudio por parte del médico lo que está en cuestión ante la mirada de científico social y no sólo un conjunto inexplicable de prácticas autoritarias o de ejercicios arbitrarios y más o menos despóticos del poder. No se trata únicamente de analizar prácticas y conductas impregnadas de una violencia simbólica evidente a la luz de determinados paradigmas de racionalidad sino de registrar por qué tales hechos resultan perfectamente coherentes, “naturales” y autoevidentes a la luz del paradigma de la medicina hegemónica. No son los sucesos desnudos los que merecen calificación sino el sistema de pensamiento que los hace circular como verdades sólidas, robustas y hasta cierto punto inevitables en el interior de ese dispositivo los que reclaman el aporte enriquecedor de otras perspectivas.

Que la enfermedad sea concebida como una fenómeno exclusivamente biológico, que sus dimensiones sociales, culturales, subjetivas sean sistemáticamente negadas y que los recursos terapéuticos queden exclusivamente limitados a la farmacología o la intervención anatómica directa no debería resultar sorprendente sino más bien inevitable si se toman en cuenta las profundas razones epistemológicas que las originan.

Riesgos del reduccionismo crítico: el ejercicio de una observación crítica sobre el saber médico, sobre sus prácticas y representaciones no es posible desde posiciones que compartan las limitaciones de la visión fragmentaria y reduccionista de la realidad. No se trata de sustituir una mirada parcializada e incompleta por otra igualmente mutilada pero de sentido opuesto. La Medicina no puede vaciarse de contenidos biológicos que le resultan imprescindibles, no está en condiciones de restringirse al uso de herramientas de nuevo tipo para el tratamiento de la enfermedad y el alivio del padecimiento, no podría privarse de los aportes de la tecnología como instrumento de su accionar. No se trata de proscribir el uso de estrategias sino de expandir las posibilidades de su accionar hacia aspectos hasta ahora ni siquiera vislumbrados, de dotar de una nueva racionalidad a la utilización inteligente de los numerosos recursos de que dispone, de desplazar los fundamentos de su ejercicio de lo biológico a lo humano, de rescatarla de la autonomización de una tecnociencia impersonal y de su subordinación, investida de conocimiento científico, a los intereses del todopoderoso mercado y a la instrumentalización mercantilista de las personas.

Nada de esto resultará posible sin la participación del propio campo profesional, nada sin la interacción creativa entre disciplinas diversas capaces de gestar discursos emergentes y por lo tanto dotados de nuevas cualidades no reducibles a la suma de sus partes.

El sólido nudo epistémico sobre el que la medicina sustenta su racionalidad, aquella visión simplificadora y parcial resulta por estos días un verdadero obstáculo epistemológico capaz de trivializar la complejidad del conocimiento incluso en el interior de su propio dispositivo de saberes.

La confrontación crítica con el mundo médico reclama un realismo reflexivo capaz de preservarse cuidadosamente tanto del absolutismo epistémico como del irracionalismo más obtuso. La medicina no puede, no debe, transformarse en Psicoanálisis, o en Antropología, o en Sociología sino más bien ser capaz de mirarse productivamente en la imagen de sí que estas disciplinas le proponen y en consecuencia reflexionar críticamente sobre su propio estatuto.

El reconocimiento de las determinaciones materiales de las prácticas simbólicas es parte del necesario proceso de deconstrucción de las matrices sobre las que descansa el sueño aparentemente imperturbable de la ciencia más despojada y absoluta. El olvido de las condiciones sociales de producción del conocimiento, de sus itinerarios históricos, la adhesión maravillada y extática a unas supuestas e incontrastablesevidencias se convierten en un ejercicio de la más rotunda ingenuidad epistemológica cuando no en una descarada estrategia de ocultación y sometimiento a los mediocres, los poderosos, los mercaderes.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Concepto de Salud.


CONCEPTO DE SALUD

Al estar investigando sobre la historia y evolución del concepto de salud podemos notar que hay una infinidad de personas que han querido crear, definir, mejorar y evolucionar tal concepto, sin embargo, jamás se logra adaptar a todas las posibles situaciones en las que se pueda encontrar el individuo con respecto a su estado de salud.

De todos los conceptos leídos coincido con el siguiente:
·         La salud es algo que todo el mundo sabe lo que es, hasta el momento en que la pierde, o cuando intenta definirla” (Gregorio Piédrola Gil)

Por lo tanto, si tuviera que definir el concepto de salud diría que:

El concepto de salud es tan inseparable del de enfermedad que no puede ser definido con exclusión de éste. Los seres humanos adquieren conciencia de la salud a través de la enfermedad. De ahí que la salud haya sólido definirse de modo negativo, como ausencia de enfermedad. Por el contrario, entendiéndola desde una vista positivo podemos decir que implica  los conceptos de integridad, eficiencia y total funcionamiento de mente, cuerpo y adaptación social. La salud tiene que ver con el ser humano en su totalidad, es decir, con el ser humano entendido y contemplado en todas sus perspectivas y categorizaciones (plano corporal, psíquico, social, etc.). La salud no es una condición, sino una adaptación. Tampoco es un estado, sino un proceso. Podemos decir que la salud es un estado (se puede estar sano o no), pero también es un proceso (se desarrolla en unas determinadas coordenadas espacio-temporales), una condición de posibilidad (uno puede ser una persona sana o no serlo, tanto en lo mental como en lo físico) y un ideal (es una tendencia hacia la máxima felicidad o el mayor bienestar posible). La salud, por tanto, puede ser considerada como un bien no sólo a preservar o recuperar, sino también un bien susceptible de ser disfrutado y aumentado.

La salud es aquella manera de vivir autónoma (es decir, con libertad de escoger y, por tanto de estar informado y con sentido crítico), solidaria (o sea, colaborando con los demás) y alegre que se da cuando se va asumiendo la propia realización. La salud es, por tanto, definitoria de la felicidad personal y colectiva, del bienestar en general, y, por tanto, no se trata de un fin en sí mismo, sino de una condición necesaria para una vida plena, autónoma, solidaria y humanamente feliz. Esta concepción de la salud es dinámica, cambiante de acuerdo con las condiciones de vida y las ideas de cada sociedad y cultura, y supone, más que un estado o situación, una forma de vida, una forma de estar en la vida. El concepto está sujeto a percepciones históricas, culturales, religiosas, sociales, filosóficas, económicas y políticas concretas. La salud está implicada en las distintas dimensiones que componen a la persona y la relación de ésta con su entorno, por lo tanto, dependerá entonces de aquél estado bueno o normal de un determinado organismo en un momento y lugar dados.

Por lo tanto, podemos concluir con que se trata de un concepto múltiple, porque permite distintas visones del mismo, ya sean grupales o individuales; relativo, porque dependerá de la situación, tiempo y circunstancias de quien lo defina y para quien lo aplique; complejo, porque implica multitud de factores, algunos de los cuales serán esenciales o no dependiendo del punto de vista que se adopte; dinámico, porque es cambiante y admite grados; y abierto, porque debe ser modificable para acoger los cambios que la sociedad imponga a su concepción.


Karla Trujillo